El 3 de marzo del 2020 inicié con mucho empeño esta Diplomatura. Doce días después, entramos en cuarentena y las clases presenciales en un gran hotel de Lima, con cafecito incluido se convirtieron clases virtuales en vivo y en directo desde el caos en el que se había convertido mi casa. Intervenciones, con los gritos de fondo de mi pequeño Abraham, que acababa de cumplir 1 año. Mi esposo dictando sus clases en vivo, justo en el mismo horario que yo recibía las mías. La suerte de mi Diplomatura estaba echada.
Para mayo, ya no jalaba más y le dije a mi socio, quien también llevaba la Diplomatura, que ya no iba a más; que me retiraría. El trabajo remoto, mi estrenada vida de madre lactante, el trabajo de llevar una casa, darle tiempo a mi esposo y conservar un hogar no me daba espacio para nada más!!! Él sólo me preguntó «estás segura?» y la verdad no, no lo estaba pero era la salida más rápida para encontrar una mediana estabilidad en ese, para mí, tremendo caos.
Después de todo, estaba pensando en una Diplomatura de Cumplimiento y Riesgos con una duración de 9 meses, un encierro y una nueva dinámica laboral, educativa, social, familiar. La verdad es que no estaba dispuesta a aumentarle una raya más al tigre del caos de pandemia. Estaba convencida que si continuaba, algo saldría mal.
Sin embargo, a pesar de oir esa vocecita que me dice mientras corro, que puedo parar cuando quiera, aunque no haya llegado a mis doce kilometros, porque nadie me va a juzgar, porque además no es una carrera oficial y sobretodo porque estoy cansada, a pesar de esa voz, seguí.
El celular se convirtió en mi mejor amigo. Encontré que podía corretear a mi pequeño explorador por toda la casa, mientras escuchaba la clase a través de los audífonos. Algunas veces se me encendió el audio mientras gritaba «Abraham, noooo, baja de ahí!!!» o mientras iba por algo de comer a la alacena y el profesor amablemente me lo hacía saber diciendo “se escucha una bolsa que cruje”. La situación era nueva para todos.
Varios profesores nacionales e internacionales, exámenes, trabajos en grupo, casos, exposiciones, películas y lecturas después llegamos a diciembre 2020 y por fin terminó!!
Compartí muchas experiencias profesionales (que serán materia de otras publicaciones) pero también de vida, la verdad es que la virtualidad me permitió conocer de una manera diferente a mis compañeros de estudio. Tal vez de una manera que no habría podido en la vida real.
Espero que cuando esta situación pase, nos podamos reunir para celebrar esta pequeña victoria profesional de pandemia.
Entonces, me doy cuenta que esta situación de vida, no difiere mucho de otras. Como cuando analizo procesos críticos en una empresa, solo que esta vez los riesgos eran del tipo familiar, maternal, de pareja, entre otros y no tenía controles para cada uno de ellos, así que decidí mejorar los pocos que tenía, generar planes de acción para los que no tenían control y para otros, sólo me quedaba aceptarlos.
Finalmente, como todo en la vida, estoy aquí intentando hacer lo mejor que puedo, con las herramientas que tengo. Y hoy, gracias a Dios, cuento con una más.
Por Giuliana Kaneko La Rosa